En línas generales, Jesucristo es para los cristianos el Hijo de Dios, por lo que sus prácticas se orientan hacia su relación con Dios, de la cual se desprenden sus actividades típicas.
Dentro de las prácticas ortodoxas y católicas, destancan especialmente siete sacramentos:
Bautismo, signo iniciático de introducción al cristianismo. (Bautismo en el Jordán por Juan Bautista);
Confirmación, signo que ratifica la fe en Jesucristo;
Eucaristía, signo litúrgico de la iglesia católica. (Última Cena);
Penitencia, signo de perdón, arrepentimiento de los pecados;
Orden Sacerdotal, por el que se inician los sacerdotes. (Lavatorio de pies);
Matrimonio, celebración de la unión de un hombre y una mujer ante Dios y la comunidad; y
Unción de los enfermos, signo de asistencia al enfermo.
Las diversas denominaciones surgidas tras la Reforma Protestante reconocen mucho menos de
siete de estos en número variable; en general, los protestantes reconocen la naturaleza sacramental del bautismo y la Santa Cena (Eucaristía) y los de línea calvinista reconocen la profesión de fe equivalente a la Confirmación de los católicos, pero sólo cuando la persona ya es totalmente consciente de su salvación (actitud que también ha ido ganando aceptación entre varios grupos católicos)[cita requerida]. Grupos anabaptistas y hermandades añaden la inmersión
Pentecostales y grupos carismáticos enfatizan los "dones del Espíritu" tales como la sanidad espiritual, profecía, exorcismo, hablar en lenguas, o (muy ocasionalmente) manejo de serpientes. Los cuáqueros niegan por completo el concepto de sacramento, pero sus "testimonios" de paz, integridad, uniformidad, y sencillez pueden ser mencionados como equivalentes funcionales. En general, la línea principal protestante tiende a ver a los rituales más una conmemoración que un misterio. Su concepto de prácticas cristianas incluye actos de piedad personal como la oración, lectura de la Biblia, y un intento de vivir de una forma moralmente correcta. Una profunda tradición dice que es imposible para la gente el reformarse por sí misma, pero que ese progreso sólo puede ocurrir con la gracia de Dios.
el pan de la eucaristia
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